domingo, 8 de enero de 2017

EROSIÓN AMARILLA

AÑO ELECTORAL Sin "Mito de Gobierno" no habrá paraíso 2017 para Cambiemos Los "timbrazos" no pudieron detener la erosión en la popularidad de la Administración Macri durante 2016. Para el año electoral 2017 precisará de algo más contundente, y se supone que su laboratorio de ideas se encuentra trabajando al respecto. Ese es el contexto que aborda Claudio Chiaruttini en su 1er. editorial del año para su programa "Sin Saco y Sin Corbata": por CLAUDIO M. CHIARUTTINI CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). No será un año sencillo 2017. Ni en lo político, ni en lo económico. Pese a que todo el año girará alrededor de las elecciones legislativas, tanto la previa como luego de la votación, analizando los resultados y sus efectos político, resultará complicado determinar quién ganó y quién perdió la votación. Y, en paralelo, la esperanza de que aparezcan "brotes verdes" se mezclará con aquellos que anticipan crisis inminentes, al tiempo que se discutirán si estamos en medio de un "rebote" o si es el inicio de la deseada reactivación. En esta Argentina agonal, fracturada y que transita una nueva brecha; el posicionamiento político dependerá de la credibilidad de quien se elija para afirmar que ganó o perdió las elecciones legislativas, como también si estamos en medio de un "rebote" o de una recuperación. La sociedad argentina estará boyando en un mar de visiones parciales e interesadas. En el fondo, todo forma parte de la discusión sobre si el macrismo es un nuevo fenómeno político que puede aspirar a un extenso período de tiempo en el poder o si sólo se trata de una transición entre 2 formas isotónicas de peronismo. La alianza Cambiemos pondrá en juego 41 de sus 87 bancas en la Cámara de Diputados, el kirchnerismo y sus aliados, 32 de sus 72 escaños; en el Frente Renovador vencen sus mandatos 20 de los 37 diputados (entre ellos, los 10 que logró el massismo en la Provincia de Buenos Aires en 2013), los 4 legisladores del socialismo dejan sus cargos, lo mismo que los 3 que tiene la izquierda dura. Todos fueron electos en 2013, un comicio totalmente sorpresivo, con la irrupción del massismo en el escenario político, el Partido Obrero ingresando al Congreso desde 2 provincias y el PRO haciendo una de sus mejores elecciones en el interior. Entre otros, concluyen sus mandatos en Diciembre: Sergio Massa, Elisa Carrió, Margarita Stolbizer, Héctor Recalde, Luciano Laspina, Ricardo Alfonsín, Felipe Sola, Ignacio de Mendiguren y Claudia Rucci, todas figuras importantes en sus respectivos bloques. La UCR debe renovar 20 de sus 36 posiciones y, en el proceso, comenzará a busca una potencial figura que pueda ser candidata a Presidente de la Nación en 2019 si su presencia en Cambiemos no lograr mayor institucionalidad y poder político. La UCR sigue con interés la evolución tanto de Martín Lousteau como de Facundo Manes. Cuando Alfonso Prat-Gay preparó su salida de la Administración Macri para enero 2017, y que el Presidente convirtió en despido en diciembre 2016, era para anotarse en esta carrera. Hay demasiado en juego. La alianza Cambiemos tiene que lograr convertirse en la 1ra. minoría en Diputados. El Mundo K intentará no ser "licuado" en la distribución de candidaturas en la atomizada interna del peronismo. Margarita Stolbizer debe mantener su presencia legislativa, lo mismo que el PO y el Socialismo, para no desaparecer. Pero, en especial, lo que estará en juego es el proyecto presidencial de Sergio Massa y la capacidad de proyectarse por 6 años más en el poder de Mauricio Macri, para darle firmeza y gobernabilidad a los gobiernos del PRO, tanto a nivel nacional como provincial. Lo interesante que el proyecto presidencial de Sergio Massa y la posibilidad de proyectarse de Mauricio Macri no depende de que salgan primeros, medido en cantidad de Diputados. Por ejemplo, el Frente Renovador puede sumar más de las 20 poltronas que pone en juego, pero si el ex Intendente de Tigre (o su fuerza política) sale 3ro. en la Provincia de Buenos Aires, otra historia comienza. Lo mismo ocurre con Mauricio Macri. Puede ser que Cambiemos no recupere las 41 bancas que debe renovar o, incluso, que sume unas cuantas más, pero ** una derrota del proyecto político de Sergio Massa, ** dividir al peronismo en 3 en la Provincia de Buenos Aires o ** alcanzar mayoría propia en Diputados (algo imposible de lograr, según todas las especulaciones), daría al PRO una proyección en el tiempo esencial para ganar confianza de los inversores locales e internacionales. De esta forma, las elecciones 2017, determinarán, o no, si Sergio Massa puede avanzar y crecer en su proyecto presidencial y/o, si Mauricio Macri puede extender su mandato 6 años o encumbrar un "delfín" que ocupe su lugar en 2019. Por eso todo el 2017 girará en la votación legislativa. ¿Y cuál es el rol de Cristina Fernández en todo este entramado? La ex Presidente de la Nación tiene buena intención de votos en ciertos sectores. Sin embargo, no le alcanza ya para imponer su voluntad dentro del peronismo. Por lo cual, en el mejor de los casos, deberá bajar sus pretensiones de poder a cambio de supervivencia, licuada ella dentro de la interna del peronismo, en medio de un intento de "renovación". Hay una opción posible, que no puede quedar fuera del tablero: Cristina Fernández podría, si lo quisiera, ofrecer al PRO "romper" al peronismo, ir con lista separada, en especial en la poderosa y clave Provincia de Buenos Aires; a cambio de que se quitara el "pie del acelerador" de las causas judiciales que la tienen como protagonista principal. ¿Es esto posible? En la Argentina suelen pasar cosas que son imposibles en la mayoría de los países de mundo. Es cierto que al PRO le conviene una Cristina Fernández libre y ayudando a torpedear la capacidad de recomposición que tiene el peronismo, pero no parecen, por diferentes motivos, ni Kirchner ni Macri, políticos capaces de cerrar este acuerdo. Por lo tanto, hasta ahora, queda como una posibilidad teórica. En la economía ocurre algo similar. Es claro que el campo, la obra pública, el consumo y los fondos ingresados por el exitoso "sinceramiento" fiscal serán los motores de una recuperación de los indicadores macro de producción. Sin embargo, ¿se trata de un fenómeno circunstancial o se extenderá en el tiempo? El mundo ayuda poco. Brasil, menos. La competitividad de la moneda doméstica, con respecto a otras monedas, menos aún. La carga fiscal, el "costo argentino" y la primarizacion del comercio exterior nacional, tampoco alientan demasiadas expectativas. No obstante, si las condiciones políticas fuesen pro-inversión; podría cambiar el escenario, dado que en la Argentina, está todo por hacer y las tasas de rentabilidad son altas, para parámetros globales. Los inversores tienen expectativas importantes acerca de Mauricio Macri. No creen que Mauricio Macri pueda estar en el poder 8 años. Hay cierto temor al regreso de Cristina Fernández (sin duda, una ilusión política) o que Sergio Massa pueda ser una versión peor del kirchnerismo. Pero ni los inversores conocen qué ocurrirá a escala global con una Presidencia de Donald Trump comenzando el 20/01 ni Mauricio Macri es suficiente atractivo si no resuelve los problemas de competitividad. De la troupe de economistas que tiene Sergio Massa, el único confiable, a nivel internacional, es Martín Redrado. El resto, tiene muy escaso reconocimiento en las plazas de inversión más grandes del planeta. Sin embargo, el ex presidente del Banco Central y ex titular de la Comisión Nacional de Valores no parece ser el preferido del ex alcalde de Tigre para ocupar, supuestamente, el Palacio de Hacienda. Y si Roberto Lavagna fuera o jefe de asesores o Jefe de Gabinete, nada asegura que puedan "funcionar" como dupla económica. (Además, con Macri Presidente ya entró en crisis el concepto de un colectivo para la economía). El massismo tiene una ventaja sobre el macrismo: Puede mostrar un "Plan Económico", es decir, un conjunto de objetivos macroeconómicos articulados, con una estructura de mando para su ejecución. Hoy, el PRO sigue siendo un colectivo de funcionarios que tratan de alcanzar metas que no siempre están claras para los inversores. Además, el massismo podría jugar con la idea de "shock" en un posible "Plan Económico", mientras que la Administración Macri ha dejado en claro que las medidas que tomen serán "gradualistas", en especial, los objetivos de baja de la inflación, emisión de moneda y eliminación del pesado déficit fiscal. Una diferencia no menor para inversores potenciales. Si algo queda en claro de 1 año de macrismo en el poder, quizá porque Jaime Durán Barba no entiende ni J de economía o al propio Macri le resulta esquina, Cambiemos "vende" sólo institucionalidad, no ofrece una "fantasía" que pueda seducir a consumidores, votantes, políticos o banqueros. Bajo el concepto "nosotros decimos la verdad", el PRO ha renunciado a la capacidad de crear su propio "Mito de Gobierno", definición del académico argentino Mario Riorda en 2006. El "Mito de Gobierno" es, en comunicación política y en marketing político, el elemento unificador que simboliza la dirección, la voluntad y la justificación de las políticas públicas que aplica un Gobierno. En otras palabras, es el "relato" que tuvo el kirchnerismo durante 12 años, que le dio forma, que unificó a sus seguidores, que le permiten, aún hoy, mantener una importante intención de votos. Han pasado más de 13 años desde que el PRO (por entonces se llamaba Compromiso para el Cambio) comenzó a participar del poder (fue en Ciudad de Buenos Aires, en 2003, en l a Legislatura porteña), y persiste la pregunta: ¿Qué es el macrismo? Sin duda es un estilo, una estética, una forma de actuar en forma pragmática. Tiene valores, aunque de difícil definición. Y coloca la institucionalidad como eje de sus acciones, al tiempo que rechaza lo ideológico, casi como si fuera una mala palabra. Teniendo en cuenta la complejidad de los discursos políticos actuales, el supuesto "Mito de Gobierno" del PRO luce escuálido, chato, superficial, carente de profundidad y difícil de traducir su aplicación en la vida práctica de las personas, en el proceso de la satisfacción de sus necesidades materiales, inmediatas, urgentes. Prometer "institucionalidad" no le alcanza a un inundado o una persona sin trabajo o un emprendedor que tiene que cerrar su negocio o un individuo que no tiene obra social o medicina prepaga y padece un problema de salud o un ciudadano sin luz o un individuo que sufre un hecho de violencia o que ve caer a su hijo en las drogas. Ya le ocurrió a Raúl Alfonsín, que llegó prometiendo cumplir con el preámbulo de la Constitución Nacional pero descubrió en la gestión que la enunciación de más democracia no bastaba para cubrir la demanda de "más Estado" en la vida de los ciudadanos en problemas. Desde hace algunos años, ya en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el PRO comenzó a ejecutar la idea de "estar más cerca". Durante el año pasado, 10 "timbrazos" se hicieron en todo el país con la dirigencia y la militancia del PRO más que de Cambiemos. "El Estado en tu barrio" es otra forma de buscar acortar las distancias entre el poder y "el pueblo". Las fotos de Mauricio Macri como un "hombre común" también buscan el mismo objetivo. Así, el PRO ejecuta una contradicción filosófica inmensa: al mismo tiempo que ofrece como "Mito de Gobierno" un concepto frío y lejano, busca acercarse a la gente con acciones políticas presenciales, más que de impacto real sobre las necesidades de los votantes. Entonces. ¿no sería mejor cambiar el "Mito de Gobierno" y buscar uno "tangible" que acorte distancias? Uno de los varios "Mitos de Gobierno" que creó el kirchnerismo fue la "ampliación de derechos", una forma de sostener las decisiones que tomaba la Casa Rosada. Con eso se mantuvieron 12 años en el poder y siguen discutiendo espacios de poder. El macrismo debe buscar su propio elemento de aproximación con la gente dado que con un "timbrazo" no alcanza. Es cierto que una fuerte baja de la inflación, un importante aumento del poder adquisitivo de las familias, una reactivación poderosa de la economía o una potenciación de la capacidad de ahorro de los individuos podría conseguir más que mil "Mitos de Gobierno". Luego, los inversores, tanto locales como internacionales, requieren continuación y respeto de las reglas de juego, posibilidad de disponer de sus ganancias y gobernabilidad para hundir capital por 20, 30 o 50 años en la Argentina. Pero ninguna de estas cosas ofrece el macrismo hoy. De esta forma estamos comenzando a transitar un año en el cual los vientos políticos van a tener en vilo a los propios protagonistas políticos, a los inversores y a los votantes; y donde los vaivenes macroeconómicos nos estarán haciendo discutir si lo que vivimos es "rebote" o crecimiento. Y así pasará 2017. Pero ya no será un año de "aprendizaje" para Macri y sus ministros, ni será un año para que el panperonismo sigua jugando a los escarceos, las bravuconadas y las "puestas en escena". En 2017, los líderes de los diversos colectivos políticos que disputan el poder deberán tomar definiciones y, en ese momento, se verá cuáles son verdaderos políticos y cuáles son improvisados que sobrevivieron por golpes de suerte. Por ejemplo: ** Macri deberá decidir si institucionaliza o no Cambiemos, ** la UCR tendrá que resolver si sigue en la alianza de gobierno o comienza a separarse de un Poder Ejecutivo que no le otorga espacio para participar de las decisiones, y ** Elisa Carrió revelará su estrategia para seguir siendo la garante de la continuidad de Cambiemos, o si será su "ejecutora", tal como fue con el ARI, entre otras experiencias. En la oposición, Sergio Massa demostrará qué capacidad realmente tiene para seducir al peronismo y el peronismo necesitará resolver cuánto se dividirá. Y, por fin, Cristina Fernández responderá si quiere ser "cola de león o cabeza de ratón". El resto, solo será parte del decorado.

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