lunes, 11 de junio de 2012

SIN REPOSO

Recién seis meses y ya sin Reposo Por Jorge Raventos La coalición oficialista, que (aunque con desorden interno) logró superar exitosamente la prueba electoral de octubre de 2011, muestra señales de “desagregación” creciente, exhibe un déficit cada vez más notorio de conducción y sólo parece capaz de enfrentar los problemas que aquejan al llamado “modelo” creando problemas mayores. Fatiga de los materiales Esta última semana esos desperfectos estuvieron a la vista. La insistencia presidencial en imponer como reemplazante de Esteban Righi en la Procuración al candidato que le recomendaron Amado Boudou y Guillermo Moreno, concluyó en un fracaso. Daniel Reposo, el elegido por la señora de Kirchner, atravesó deficitariamente el examen de la Cámara de Senadores y quedó claro que no obtendría el respaldo suficiente para llegar al puesto. Hasta en los senadores oficialistas más disciplinados se notaba el esfuerzo que les requería sostener el presente griego de la Presidencia. Varios senadores que habitualmente acompañan las estrategias del gobierno, hicieron saber que no apoyarían el nombre de Reposo, que fue impulsado a apartarse antes de que la derrota política de la Casa Rosada quedara registrada en números en la votación que se produciría la semana próxima en la Cámara Alta. Como apuntó agudamente Carlos Pagni en La Nación, “el actual esquema de poder está más amenazado por la disidencia de los aliados que por la ferocidad de los rivales”. En el gobierno se observan desórdenes y tensiones. Julio De Vido, un pilar del kirchnerismo originario, pierde pie en la etapa cristinista, pero se trata de un repliegue dentro de otro. La prisión que el juez Bonadío había dictado a las autoridades de la ex concesionaria del ex Ferrocarril Sarmiento evidencia que el modelo del “capitalismo de amigos” está peligrosamente fisurado. El ministro de Economía Hernán Lorenzino, quizás hastiado de que en su área manden más sus (formalmente) subordinados Guillermo Moreno y Axel Kicillof, le expuso a la Presidente su deseo de dejar el cargo. El senador Aníbal Fernández, con o sin bonete, luce disconforme con el rol subordinado que lo obligan a desempeñar. Los gobernadores empiezan a contactarse para transmitirse preocupaciones. El sindicalismo está decididamente retobado. Se empieza a acelerar un proceso que tuvo un gran punto de inflexión con la muerte de Néstor Kirchner. El dólar como síntoma Simultáneamente con la votación de octubre empezó a precipitarse la fuga de capitales y el pase al dólar. Aunque el fenómeno no era novedoso (la fuga de dólares alcanza más de 80.000 millones desde 2008) se volvió más rápido a fines de 2011, señal inequívoca –pese al 54 por ciento de octubre- de desconfianza en el “modelo” y en el programa de la Presidente y su cohorte camporista: la “radicalización del populismo” (como lo bautizó Roberto Felletti, entonces viceministro de Economía). El remedio que el gobierno encontró fue el control de cambios, implantado inmediatamente después de la elección. Parecía confirmarse así que había motivos para la desconfianza. Con el paso de las semanas, la sociedad comenzaría además a vacilar sobre aquello que para muchos justificó la votación de octubre. Una porción grande del electorado –incluyendo allí, por cierto, a muchísimos cuadros y simpatizantes del peronismo- sintió que la opción del comicio era, más que nada, entre que hubiera un gobierno o no lo hubiera, dada la ausencia en la ocasión de una fuerza alternativa con capacidad de ejercer el poder. El interrogante que la realidad de las últimas semanas y el comportamiento de la opinión pública comienzan a plantear es si la fuerza que fue votada para gobernar está ahora en condiciones de hacerlo. Porque lo cierto es que la Argentina, que sigue vendiendo sus productos más emblemáticos y competitivos a precios excepcionales que ofrece el mercado, por momentos parece, sin embargo, encontrarse “atrapada y sin salida”. Esa es –como señaló el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, apuntando a la torpeza de determinados actos de gobierno- “la sensación térmica”. La corrida del dólar y las reacciones del gobierno que agravan el fenómeno son una metáfora de la situación. Esta se expresa en el retiro de los depósitos en dólares de los bancos (según el Central, esos depósitos en los bancos privados retrocedieron 1606 millones entre el 4 de mayo y el 1 de junio); en la presión demandante de dólares en los mercados legales (allí con poca suerte, porque la AFIP clausura el corralito) o en los paralelos (con un aumento de la brecha entre uno y otro mercado). Hay causas políticas (inseguridad, desconfianza) y argumentos económicos: en los últimos 4 años la cotización oficial del dólar subió apenas una cuarta parte de lo que se incrementó la inflación (189 por ciento). Parece razonable que los ahorristas conjeturen que ese desequilibrio tenderá a balancearse y que los precios que quedaron atrasados recuperarán terreno. Los días que faltan El gobierno relata esos hechos como rocambolescas conspiraciones destituyentes de grandes especuladores, sin embargo, los datos indican se trata simplemente de una masa de argentinos con capacidad de ahorro que no tienen confianza en el peso. Es decir: en las prácticas económicas vigentes. El oficialismo parece creer que combatirá esa desconfianza con una “batalla cultural”: mientras el público presiona para hacerse de billetes verdes estadounidenses y ponerlos a buen recaudo, el gobierno pretende desdolarizar. Pero no ataca las causas: ni siquiera reconoce el proceso inflacionario. Los efectos del programa de “profundización” están a la vista. el riesgo país de Argentina es el segundo más alto del mundo después del de Grecia y ya trepó a 1350 puntos, el país descendió al sexto lugar entre receptores de inversión extranjero de la región. La producción industrial cayó en abril un 0,4 por ciento (algunos sectores tuvieron descarrilamientos graves: el automotriz cayó en abril un 23,1 por ciento con respecto al mismo mes del año pasado y casi un 20 por ciento con respecto a marzo: las cementeras declinaron un 12,9 por ciento; el aluminio, 12,2 por ciento). Según Osvaldo Cornide, un dirigente empresario muy cercano al gobierno (de la CAME), “las cantidades vendidas por los comercios minoristas sufrieron un retroceso de 6,6 % en mayo frente al mismo mes del año pasado”. “Todas las ventas minoristas cayeron”. En Buenos Aires las operaciones inmobiliarias cayeron un 25 por ciento. Las principales consultoras han achicado sus pronósticos de crecimiento para este año: los más optimistas imaginan ahora un crecimiento de alrededor de 3,5 por ciento, otros piensan que quizás arañe el 2,5 por ciento; otros, en fin, no ven más que el 2 por ciento. Es decir, imaginan un segundo semestre absolutamente chato. La Unión Industrial Argentina, que en general no abjura de la protección, se queja de que esta, la que ejecuta el gobierno vía Guillermo Moreno, tiene consecuencias nefastas sobre la producción nacional. Sucede que lo que Moreno protege no es la producción nacional, sino la caja del gobierno central. Protege su caja en dólares con sus torniquetes sobre importaciones y operaciones cambiarias. El miedo de Moreno es a que el gobierno se quede sin dólares suficientes como lo confesó en una charla con militantes oficialistas: “Si este año terminamos con un superávit comercial debajo de los 6.000 millones de dólares, olvídense”. Pero esa protección paraliza la producción, impulsa la inflación golpea el consumo y provoca estragos sociales. La caja central se protege endosando problemas a las provincias, a los municipios, a las empresas y, en general, a la sociedad. La perspectiva del segundo semestre es pues, la de una profundización de esos rasgos en un contexto de disgregación oficial y conflicto social. Las cacerolas –que esta semana llegaron a Olivos y a la Plaza de Mayo-, las huelgas y manifestaciones sindicales y el paro del campo representan otros tantos desafíos para un gobierno que cumple hoy seis meses en condiciones muy diferentes a las que se le auguraban en diciembre, su hora de reinauguración. Todavía le quedan 42 meses más.

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