viernes, 1 de junio de 2012

DETERIORO

UN DETERIORO IRREVERSIBLE por Héctor B. Trillo "Por la buena o por la mala tenemos que recuperar la soberanía monetaria. Pensamos que, inclusive, la desdolarización de la Argentina requiere ponerle un límite a la facilidad con que se hacían las cosas" - José Sbatella (titular de la UIF) Todas las señales de alerta sobre el agotamiento de un sistema claramente basado en la expansión monetaria, el tipo de cambio alto, y los subsidios y controles de precios, han empezado a caer sobre nosotros como una realidad inexorable. Mientras hasta hace pocos meses el país, según el relato oficial, no tenía crisis energética, no sufría de inflación, no tenía problemas con los subsidios y todo el mundo podía acceder al dólar con algunas limitaciones mínimas; el baño de realismo ha caído sobre todos nosotros. En efecto, apenas concluido el acto eleccionario del 23 de octubre, aparecieron las primeras medidas restrictivas a la compra moneda extranjera, en seguida surgió la cuestión de la quita de subsidios a quienes “pueden pagar” los precios y tarifas reales (cuestión que evidentemente quedó a mitad de camino especialmente por el gran descontento social que implicó), luego, el lamentable accidente del tren en Once; posteriormente la confiscación de la empresa YPF con el argumento de que su accionista mayoritaria, la española Repsol, había hecho todo mal y por eso debíamos importar grandes cantidades de combustible, y finalmente, la prohibición virtual de adquirir moneda extranjera sin un permiso del que lo menos que puede decirse es que su otorgamiento es absolutamente arbitrario, ya que nadie conoce cuáles son los parámetros que toma en cuenta la AFIP. Cabe recordar, sin embargo, que luego de la intervención del INDEC, que destruyó definitivamente el sistema estadístico confiable y profesional que ningún gobierno había osado tocar, se produjeron las amenazas y hasta sanciones a distintos consultores que difundían índices inflacionarios u otros con el argumento de que los cálculos eran incorrectos e inducían a confusión a los operadores y público en general. Ahora, hemos llegado a la encrucijada del “modelo”. Al verdadero meollo de la triste historia que nos toca y nos tocará vivir. La cita con la que iniciamos este artículo, expresada nada menos que por el titular de la Unidad de Investigación Financiera, encierra una mezcla de ingenuo voluntarismo con esa especie de autoritarismo según el cual las cosas se harán como dice el gobierno, y nada más que porque el gobierno lo dice. Todos quienes contamos con alguna experiencia sabemos que el valor de la moneda no lo determinan los funcionarios, aunque sí pueden incidir en él, dependiendo para ello de la política monetaria que adopten y de la forma en que funcione el sistema republicano. El riguroso y arbitrario control cambiario dispuesto por las autoridades gubernamentales, no ha hecho otra cosa que provocar una decidida compulsión de parte de la población en general en aras de adquirir moneda extranjera para proteger sus ahorros. Pero también ha generado una interminable sucesión de problemas a las industrias locales que requieren insumos importados para la fabricación de sus productos. A su vez, las exigencias a los exportadores respecto del plazo exiguo que se les ha concedido para liquidar sus operaciones resulta de imposible cumplimiento, en especial para las pequeñas y medianas empresas locales. Tenemos entonces una inflación creciente y altamente dañina para la sociedad toda, una clara crisis energética, un problema de control de cambios alarmante, un deterioro en el mercado externo, y un daño irreparable en la confianza en la moneda local que pretende revertirse mediante obligaciones y amenazas. Si observamos un poco el panorama, vemos que las personas del gobierno que se expresan sobre estas cuestiones no son quienes debieran hacerlo. Hay declaraciones del senador Aníbal Fernández cuya liviandad es conocida. También del diputado Agustín Rossi. O de Carlos Kunkel. Por citar algunos ejemplos. Hay un llamativo silencio del ministro de economía. También de la presidenta del Banco Central, que es responsable de la política monetaria. Una evidente situación oscura en cuanto a la emisión de billetes por parte de la ex Ciccone. Y al mismo tiempo, estos funcionarios o diputados y senadores hablan intentando amenazar a la gente para que abandone sus preferencias en materia de ahorro y acepte los pesos nacionales que se emiten a un ritmo feroz (casi 35% anual) y encima en parte por una empresa cuyo cuestionamiento legal e institucional es evidente, palpable y conocido por todo el mundo. Para decirlo con otras palabras: estamos en una especie de mundo del revés, en el que los gobernantes pretenden algo así como obligar a la gente a hacer lo que ellos quieren. Esto no es nuevo. Muchas veces a lo largo de los años, se dispusieron controles de precios, de cambios, de importaciones, de exportaciones, de tarifas, de márgenes de ganancias y hasta se intentó modificar las formas de distribución de la carne vacuna, por citar algunos ejemplos. Podemos comprobar, a medida que pasan no ya los días, sino las horas, cómo la situación se enrarece cada vez más. Han reaparecido tímidamente los cacerolazos, (prestamente calificados de “gorilas” por los esbirros del sistema) los conflictos sindicales se reproducen, los ruralistas anuncian un extenso paro de actividades, etc. Los rumores sobre pesificación compulsiva de depósitos no parecen tener mayor asidero, pero se enmarcan en las contradicciones, incongruencias y declaraciones carentes de lógica de los funcionarios. ¿No podemos comprar moneda extranjera porque no “tendríamos” suficiente capacidad económica o porque el gobierno considera que debemos dejar de pensar en dólares? ¿El porcentaje de ahorristas en dólares es del 11% como dijo Aníbal Fernández, y es por lo tanto una enorme preocupación para un gobierno que acumula más de 47.000 de dólares de reservas? Dicho sea de paso ¿debemos dejar a la buena de Dios a ese porcentaje de ahorristas en dólares porque se trata de una minoría, como también surge de las declaraciones del senador citado?La sucesión de trabas y pedidos de permiso para todo no hace sino generar mayor incertidumbre. Es allí donde liban los oportunistas de siempre. Y también es por eso que aumentan los temores y los rumores. Tal vez estemos a tiempo para corregir la enorme cantidad de errores cometidos en estos últimos 3 o 4 años. Tal vez sea posible designar a verdaderos profesionales para hacerse cargo de fijar reglas claras y permanentes en materia económica, monetaria y financiera. Tal vez sea posible pensar en volver a tener un Banco Central independiente del poder político. Una AFIP encargada de recaudar impuestos y no de hacer política de baja estofa y prestarse a oscuros intereses supuestamente proteccionistas. Pero como todo esto funciona dentro de una idea política imperante según la cual todo lo que hacen los particulares debe ser controlado, dirigido y autorizado por los funcionarios, la verdad es que la posible salida está demasiado lejos. Es más, resulta inalcanzable. Así, el deterioro es irreversible.

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