lunes, 11 de junio de 2012

CHINA

¿Estamos preparados para el 'frenazo' de China? China enfrenta un período macroeconómico muy difícil. por FERNANDO DANTAS S. PAULO (O Estado). Con todas las miradas concentradas sobre Europa, donde Grecia y España descubren que su situación empeora cada día, los cambio en China han merecido menos atención. Tal como señala Kenneth Rogoff, de la Universidad de Harvard, Brasil, importante exportador de materias primas consumidas por China, puede ser más susceptible a la evolución del gigante asiático que a la crisis europea (con excepción de un gran desastre), especialmente a mediano y largo plazo. Rogoff considera que el crecimiento de China en los próximos años puede llegar a ser muy inferior a los 7% a 8% que la mayoría de los analistas esperan para 2012. "Incluso si China no sufre una fuerte desaceleración, es probable que durante los próximos años el crecimiento de China se desacelerará a algo así como 5%", dice el académico. Para Rogoff, ex economista-jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) y hoy día uno de los economistas más respetados del mundo, hay varios factores que pueden reducir considerablemente el ritmo de crecimiento de China: > la reducción de la migración del campo a las ciudades dentro de un marco de población que será cada vez menos favorable al crecimiento; > disminución de la capacidad de China de crecer tratando de alcanzar ("catching up") el nivel tecnológico de las naciones ricas; y > la caída de la rentabilidad de las inversiones directas, que ahora representan el 50% del PIB (en comparación con menos del 20% en Brasil). A corto plazo, llama la atención la difícil transición política en China, donde, Xi Jinping debe suceder a Hu Jintao como Presidente. Pero el telón de fondo es más delicado porque el proceso político en China está vinculado a la recientemente censurado Bo Xilai, quien dirigía el Partido Comunista en la provincia de Chongqing. Populista y personalista, Bo se hizo famoso por hacer campaña contra el crimen organizado, pero terminó cayendo en la estela de escándalos de corrupción y hasta de complicidad en un asesinato que implicaba a un ayudante y su esposa. Rogoff señala que "castigaron a una persona, pero potencialmente hay muchos otros que estuvieron involucrados en casos de corrupción y están sentados en sus sillas, preocupados por sus puestos de trabajo y su futuro, y no sólo ellos, sino también todos sus aliados." Para él, esta situación crea un "tire y afloje" dentro del Partido Comunista, aunque no muy visible para el público en general. Hay un lado positivo en el embrollo político en China, dice el economista, ya que los dirigentes reformistas han sufrido trabas de parte esos grupos de presión y grupos de interés que trababan el necesario proceso de cambio en China. Por otra parte, observa Rogoff, es inevitable que, a corto plazo, los conflictos políticos deriven en más incertidumbre y riesgos en el ámbito económico. En la actualidad, los mercados internacionales tienen sed de anuncios de buenas medidas del gobierno chino para reestimular la economía en muy corto plazo. Este deseo es comprensible. Con USA oscilando, Europa en recesión y Japón aún preso en la trampa de bajo crecimiento, China es el único motor importante con el que la economía mundial puede contar. El problema es que las formas tradicionales/clásicas utilizadas por el gobierno chino para poner leña al fuego no están permitidas, o pueden tener efectos secundarios no deseados. Buscar impulsar la demanda externa en un momento en que la economía mundial vacila, no tiene mucho sentido; y estimular, además, las inversiones, crea el riesgo de causar graves desequilibrios mucho más adelante. China, de hecho, al menos en el discurso oficial, viene tratando de direccionar el crecimiento hacia el consumo, pero esto es más complicado que simplemente liberar el crédito de los bancos estatales y pisar el acelerador de la inversión pública, que fue la receta de los últimos años. Durante el fin de semana, la agencia estatal de noticias Xinhua informó que el gobierno central no tiene la intención de adoptar un agresivo plan para revitalizar la economía, tal como sí fue implementado con gran éxito en el corto plazo, en 2008 y 2009. Dado que volver a calibrar el modelo es una meta oficial del gobierno, es posible que las autoridades chinas oculten una política de estímulo aunque la adopten parcialmente, presionadas por la necesidad de evitar una desaceleración demasiado rápida. Sin embargo, al igual que se dice que Brasil no puede persistir en un modelo supuestamente impulsado por el consumo, es aún más cierto que es demasiado arriesgado para China redoblar la apuesta cuando su modelo fue movido por la inversión. Hay muchos factores que indican, por lo tanto, que las posibilidades de una fuerte desaceleración en China el próximo año son elevadas. Esto, sin duda, tendrá un impacto bajista en los precios de productos básicos exportados por Brasil, y creará una situación internacional menos favorable para el crecimiento del país. China es la economía que debería estar hoy en el centro del radar del gobierno brasileño, de los empresarios y de la sociedad en general .

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