jueves, 12 de enero de 2012

MARICA TU...MARICA YOOO


EUGENIO RAÚL ZAFFARONI

"Me persiguen como a Florencia Peña y los jugadores de River" (?)
Desopilante (lamentablemente) las declaraciones del ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Eugenio Raúl Zaffaroni, cristinista no confeso y muy conocido como polémico inversor inmobiliario (¡...!). Dijo que la polémica por el anillo de Norberto Oyarbide es una estupidez como la polémica por los zapatos y las carteras de Cristina Fernández (menos mal que no habló de los 2 pisos en Puerto Madero...).


Notable la pérdida de prestigio del penalista Eugenio Raúl Zaffaroni, arrastrado a sostener el discurso de Cristina Fernández (en especial en lo que a la reforma constitucional se refiere), y cada vez más cercano al magistrado federal Norberto Oyarbide (sin Luciano Garbellano, claro).

Notable la confesión de que su libro La Cuestión Criminal es, apenas, una versión para legos de La Verdad de los Muertos, que le aconsejó el diario paragubernamental Página/12, al que es tan afecto Zaffaroni, quien vaticina un "stalinismo financiero" en USA y promueve su reforma constitucional para la adopción de un sistema institucional parlamentario. Nada nuevo... hasta que arremete, sin mencionarlo, contra el diario Libre, que Jorge Fontevecchia está reconvirtiendo en diario deportivo mientras su director saliente, Darío Gallo, hace autocrítica en su blog. Pero todo eso no le basta a Zaffaroni, quien agrega lo suyo.

En ese contexto se solidarizó con Florencia Peña, los jugadores de River Plate (se los acusó de haber organizado una 'fiestita' antes de un partido) y Oyarbide.

De hecho, Zaffaroni salió en defensa de Oyarbide y los accesorios Louis Vutton de Cristina Fernández, en la entrevista que le realizó el diario La Capital, de la ciudad de Mar del Plata:


-¿La idea de este libro surge para llevar un poco de información a la gente o por cansancio de escuchar decir cualquier cosa?

-Un poco las dos cosas (risas). En realidad escribí un libro, "La verdad de los muertos", y de Página/12 me propusieron esto que era hacer el mismo contenido pero con lenguaje más coloquial y comunicativo, y me pareció bien la idea. Justamente por un lado para poder comunicar una serie de conocimientos que no tienen que estar reservados a un grupo. Y segundo, porque considero que en la academia tenemos la necesidad de hacerlo. Hoy la comunicación en la sociedad tiene una importancia vital, la globalización es producto de una revolución institucional por consecuencia, en la medida que nos quedemos encerrados en nuestros cubículos especulando, no hacemos nada.

-En el libro usted habla sobre el tema de la convivencia, algo tan cotidiano que casi no se le da importancia...

-Creo que estamos viviendo una época en la que está pasando algo raro con el capitalismo que implica competencia, pero me da la impresión que en esta época esto se ha exacerbado en un límite que resulta realmente inaceptable, que hay un afán de competencia mucho mayor que épocas anteriores. Y por otra parte, da la impresión de que esta variable del capitalismo financiero que ya no es el productivo, está generando una actitud del sálvese quien pueda. Este es un fenómeno mundial. Al mismo tiempo me parece que hay un suicidio del capitalismo financiero, están locos y va a conducir a una catástrofe, lo que no me alegra.

-Hay gente que ante un hecho delictivo reclama mano dura, pero cuando escucha que hay muertes se asusta. ¿Por qué se da esta dicotomía?

-Hay una especie de cosa pendular. Es un tema mundial, yo diría que es algo que baja de Estados Unidos en este momento y se expande a Europa. Es la discusión norteamericana de modelo de Estado vinculada a esto del capitalismo. Creo que Estados Unidos está marchando hacia un stalinismo financiero, está traicionando lo que fueron sus bases democráticas, cosa que nunca había pasado. Había tenido regresiones, pero esto es grave. Se están olvidando de su garantía, de su Constitución, de por qué se murieron millones de personas, realmente está montando un Estado autoritario, destruyendo el modelo Roosevelt, montando un modelo Reagan-Bush de corporaciones económicas. Que fue lo que denunció Eisenhower el día que le entregó el gobierno a Kennedy, lo hizo respecto del armamentismo pero esto parece que se trasladó a otras cosas en los 50 años que siguieron.

-Usted en alguna oportunidad se ha quejado de que las leyes penales muchas veces quedan sólo en mano de asesores políticos y no de quienes saben.

-No me cabe la menor duda que los legisladores son quienes tienen que hacer las leyes en un gobierno democrático, pero hay una coherencia en la legislación. Es decir, el legislador tiene que ser quien le baje la línea política, pero cómo se hace la ley en concreto es un arte y lo que no se puede despreciar es ese arte. A lo largo de nuestra historia se vio eso. Toda la evolución de nuestra codificación penal está formada por personajes que han intervenido primero calificados técnicamente, y segundo, de alta significación política. Carlos Tejedor, gobernador de la provincia de Buenos Aires, casi fue Presidente; luego el proyecto más importante que sigue que es el de 1891 de Rivarola-Pineyro y Matienzo, que fueron tres fundadores de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y después tuvieron participación política. Después Rodolfo Moreno, con el Código del '21 que fue gobernador de Buenos Aires y casi fue candidato a Presidente. Es decir, a lo largo de nuestra historia nuestros políticos tuvieron que cuidar mucho la legislación penal. Y ahora da la impresión de que cualquiera hace cualquier cosa, total ya lo que queda del código son restos, escombros.

-¿El país está en condiciones de una reforma constitucional y parlamentaria?

-No lo sé. En condiciones estaríamos siempre, ahora hay que ver si está la decisión política.

-Pero, ¿sería positivo hacer algo al respecto?

-Yo creo que tarde o temprano vamos a tener que pasar a un sistema parlamentario. O lo hacemos en un momento en que no hay crisis cuando lo podamos hacer tranquilamente y pensarlo con calma. O sino lo haremos en crisis. No hay democracia en el mundo que en algún momento no haya tenido una crisis, nosotros no estamos tocados por la varita de Dios para que no nos pase. De modo que en algún momento esta necesidad de pasarnos a un modelo parlamentario se va a poner de manifiesto.

-¿El Gobierno estaría abierto a incentivar este debate?

-No lo sé, puede ser o no, es una decisión política. Digo que es conveniente y tarde o temprano vamos a pasar porque es un sistema que permite superar crisis más fácilmente y con menos trauma que el presidencialismo.

Los medios de comunicación

-¿Por qué cree que en los últimos tiempos el relato de los hechos delictivos ha cambiado: antes se hablaba de robos y hoy se apunta más a las cuestiones personales?

- Evidentemente eso se hace porque da rating, hay quien dice que eso es curiosidad morbosa, yo no lo califico así. Me parece que siempre despierta interés el delito violento, fundamentalmente el homicidio y más si tiene un componente sexual en el medio. Hay muchas interpretaciones, hasta Freud lo explica. Puede ser que en sí mismo lo considero inofensivo y no muy grave, hasta podría ser que tuviese un efecto positivo en términos freudianos de reforzamiento del super yo. Lo que veo es que hay algo que no sé lo que es, pero que tendríamos que investigar por el efecto negativo que tiene. Esa noticia se lanza sobre una población que no es homogénea y cuyos grados de salud mental son distintos. Da la impresión que hay alguna minoría cuya salud mental no es la mejor, y esa forma de transmitir la noticia opera como disparador. Si analizamos determinados hechos de las últimas semanas, no puede ser que se den todos juntos hechos de violencia y después no pase nada en 6 meses. Son hechos en los que los protagonistas no parecen tener todos los cables en orden. Pero no hay investigaciones de campo sobre eso que diga qué es ese disparador sobre algunas personalidades que están medio "border".

-¿Qué le produce escuchar que en pocos minutos se arman historias y perfiles de personas involucradas en hechos delictivos o violentos?

-Creo que a la comunicación para sanearle hay que sumarle más comunicación, no queda otra. Y eso de alguna forma generará mayor espíritu crítico en alguna gente y dejará de tener demanda la prensa sucia, por lo menos tendrán que usar un nivel mejor de refinamiento, abandonar la grosería. Tengo la impresión, por el destino que están teniendo algunos medios, que la demanda de eso va disminuyendo, de que el sentido crítico del público va aumentando y la exigencia de nivel también.

-El año pasado usted dijo que había habido una campaña contra su persona...

-La hicieron conmigo, con Florencia Peña, con los jugadores de River, ahora sacaron la foto del Flaco (Luis Alberto Spinetta). Es una prensa sucia. Me da la impresión de que este pasarse de la raya en la grosería, ya no da tanto resultado en la opinión pública, no es tan rentable.

-La semana pasada se habló incluso de un costoso anillo del juez Norberto Oyarbide...

-Son estupideces, como la cartera de la Presidente, ¿de qué estamos hablando?

-Y el tratamiento que se le dio al tema de la enfermedad de la Presidente, ¿qué le pareció?

-En cuanto a comunicación oficial fue bastante sobrio. La discusión sobre distintos resultados de la biopsia (risas), son problemas técnicos. Yo lo he tenido en mi familia. A mí madre la operaron de cáncer de mama hace muchos años y cuando estaba en plena intervención me acuerdo que pararon la operación porque que el cirujano me dijo: el patólogo dice que no es cáncer pero yo veo que sí. En consecuencia cerró a mi madre y luego de hacerle una biopsia salió que era cáncer y la volvieron a operar. La vieja se murió 20 años después de vieja. Así que no es un tema de discusión.

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