sábado, 28 de enero de 2012

DISCURSO FALSO


EL DISCURSO CONTROVERSIAL DEL KIRCHNERISMO

por Carlos Berro Madero
carlosberro24@gmail.com

"Las calidades de una buena definición son claridad y exactitud. Será clara, si no puede menos de entenderla quien ignore la significación de las palabras; será exacta, si explica de tal manera la cosa definida, que ni le añade ni le quita"
- Jaime Balmes

Estas sencillas reflexiones de Balmes pueden aplicarse muy bien a la mala costumbre del gobierno que (¿por conveniencia?) intenta tergiversar siempre los hechos de la realidad, describiéndolos con eufemismos inaceptables.

En estos días, ocurre con el fin de los subsidios, que serán "redirigidos" según el Ministerio de Planificación (nadie entiende cómo y respecto de quienes); de las importaciones que tienen varias "ventanillas" para hacer trabajar en la penumbra a los peticionantes de los correspondientes permisos pergeñados por una ley reciente y de los fondos que se disponen para pagar las deudas del Estado, que ya no sabemos cuáles son de tanto acumularse bajo las alfombras de la Casa Rosada.

Frente a la catarata de inconsistencias que suelen "adornar" los discursos oficiales, puede llegarse a la conclusión que sus funcionarios no son especialmente afectos a expresarse con claridad y parecen disfrutar, además, con el tono controversial de sus expresiones.

¿O habrán comenzado a desesperarse?

Apegados a lanzar cualquier idea susceptible de inmediatas rectificaciones luego de haber sido expuesta, generan constantemente disputas dialécticas estériles.

Dichas controversias terminan perjudicando el contenido sustancial de "comunicaciones" que evidencian, en su trasfondo, una extrema debilidad estructural que los obliga a realizar constantes "gestiones" para disimularla.

Dice Warren Buffet que "cuando tratamos de justificar nuestros errores, esto significa que solemos hacer cosas que entendemos perfectamente bien".

Los Kirchner no consiguieron nunca "convencer" a la gente: la "compraron". Sus mensajes, sin reglas ni fundamentos "sustanciales", se caracterizaron siempre por apelar invariablemente a la emotividad de sus oyentes resultando ser así indefinidos, cobijados bajo una retórica que no consiguió resolver en profundidad ninguna de las cuestiones que deberían haber abordado en el momento debido, de la manera apropiada.

Se han obligado entonces a un desgaste que comienza a extinguir su eventual "carisma". Ese carisma que les sería más necesario que nunca hoy día para afrontar las dificultades que han prohijado y que van formando fila al frente como un iceberg desprendido.

En opinión de Balmes: "muchas verdades no son difíciles en sí, y sin embargo a nadie se le ocurren sino a los hombres de talento. Cuando éstos las presentan, o las hacen advertir, todo el mundo las ve tan claras, tan sencillas, tan obvias, que parece extraño que no se las haya visto antes".

No es necesario agregar que el gobierno nacional está totalmente huérfano de dicho talento.

A medida que los argumentos de sus "espadas" más representativas comienzan a diluirse por su inconsistencia, una gran parte de la sociedad comienza a reclamarles por todo lo que va quedando expuesto "en carne viva".

Y lo está haciendo con mucho mal humor y veladas amenazas de no resignarse y pasar a las vías de hecho.

Si bien el arte de gobernar "es dar tiempo al tiempo", no es menos cierto que "comprender" demasiado tarde es como no comprender, ya que si las situaciones evolucionaran por sí solas ¿para qué serviría tener dirigentes?

Parece que la Presidente y sus acólitos -tan orondos con sus discursos rimbombantes-, no se han apercibido de ello y están dispuestos a seguir hacia delante "a todo trapo".

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