lunes, 9 de enero de 2012

BLOOPER MÉDICO PRESIDENCIAL




La sombra de Galtieri en el quirófano del Austral
La Casa Rosada pretende que no se indague más en lo que ha sucedido con la salud de Cristina Fernández. Pero eso es imposible. Hay mucho que trabajar y sería necesario profundizar el tema.


por EDGAR MAINHARD


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). A 30 años de la Guerra de Malvinas, Cristina Fernández de Kirchner -quien pretende regresar a la agenda internacional la soberanía sobre las islas que reivindica la Argentina- queda prisionera del estigma de la derrota militar y diplomática que sufrió la sociedad criolla.

¿Cuál fue la cuestión central del traspié argentino? ¿Dónde se demostró abrumadora la superioridad británica? No fue en el armamento sino en la capacidad de planificación, elaboración y ejecución del conflicto.

La improvisación en todos los aspectos cruciales de un conflicto nunca preparado para la modalidad que desarrolló días después de iniciado -y la limitación para reorientarlo sobre la marcha cuando la zozobra era inminente-, desnudó las limitaciones argentinas.

En el desorden y la impericia iban desde la cuestión meteorológica no contemplada hasta la ausencia de capacidad satelital propia para las comunicaciones, la mala elección de los recursos bélicos, su desplazamiento y emplazamiento... sin olvidar la indefensión en que se encontraban las poblaciones continentales respecto de un eventual ataque aéreo enemigo.

Por eso cuando se habla de la tragedia de Malvinas muchos eligen agregarle la palabra blooper.

30 años despues, la improvisación sigue prevaleciendo en las grandes decisiones nacionales. Al menos es la conclusión que dejó el bochorno protagonizado por la presidente Cristina Fernández como paciente, y una apreciable cantidad de recursos sanitarios de prestigio, además de la Unidad Médica Presidencial que en su capítulo sanitario ya cargaba la muerte de Néstor Kirchner.

Sin establecer una cadena de responsabilidades en el asunto -tarea que debería abordar la propia Presidente para que, en un futuro próximo, no le ocurra alguna desgracia similar a la que padeció su marido muerto-, sorprende que una cuestión de Estado, tal como lo es la salud presidencial en un Estado presidencialista gobernado por una fuerza política hiperpresidencialista, resulte administrada con semejante amateurismo.

Es evidente que, por más que la economía argentina continúe creciendo a tasas chinas, la sociedad argentina se comporta en el escalón inferior de las naciones emergentes, segun surge de todo lo ocurrido con la salud presidencial, capítulo que no se encuentra cerrado a causa de que toda la información disponible se encuentra ahora bajo sospecha y porque Luis Buonomo sigue en funciones como médico de cabecera de Cristina cuando su gestión provoca más desconfianza que antes.

Buonomo, quien no brindó las explicaciones del caso cuando ocurrió la muerte de Néstor Kirchner, tampoco ha ofrecido los argumentos irrefutables necesarios cuando es co-protagonista del blooper de Cristina Fernández.

Y Cristina Fernández no es víctima de la circunstancia sino que también es victimaria porque ella es quien avala a Buonomo y su particular enfoque de la situación.

Si así se considera y aborda la salud de la Presidente... ni imaginar lo que queda para los pobres e indigentes que llegan a un hospital público que carece de los recursos a disposición de Cristina Fernández.

El problema del subdesarrollo no es su condición en sí mismo sino el comportamiento sociocultural que impide superarlo. Impotente ante su propia limitación, el ladriprogresismo acostumbra denunciar a enemigos externos. Sin embargo, debería comenzar a buscarlos en su entrecasa.

Por lo tanto, hasta tanto no resuelva su propia limitación, a Cristina no le quedará otra alternativa que ser más flexible y condescendiente en su análisis de la improvisación malvinera ocurrida 30 años antes.

Y trabajar para que le próximo blooper no resulte tan peligroso, por lo menos.

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